miércoles, 21 de septiembre de 2016

Prokey, un refresco saludable

El artículo de hoy explica mi experiencia probando Prokey, un refresco probiótico a base de kéfir del que algunos de vosotros ya habréis leído. Pero antes de empezar a hablar de él daré un rodeo que considero necesario para explicar las circunstancias que rodean y de algún modo condicionan dicha prueba. 


 Vivimos tiempos en los que la gente paga por vivir experiencias extremas en primera persona, aunque a veces no hace falta pagar para vivirlas. Hace un mes y unos días viví desde dentro una cirugía mayor. Y por si la experiencia no me hubiera parecido lo suficientemente intensa la operación se desarrolló como un procedimiento de urgencia. Ingreso en urgencias, radiografía de tórax, electrocardiograma, monitorización, transfusión de sangre… Todo sucediéndose a velocidad de vértigo. Fue sorprendente ver cómo en el mes de vacaciones por excelencia y con los quirófanos cerrados la maquinaria hospitalaria se ponía en funcionamiento con tanta celeridad. 


En el momento fue una experiencia difícil, aunque ahora ya no me lo parece tanto al compararla con lo vivido en los meses previos en los que poco a poco mis piernas perdieron su fuerza, el latido de mi corazón se hizo más débil y mi mente se volvió extremadamente lenta. Mi vida entera se convirtió en un objeto frágil y quebradizo. La operación fue simplemente una última gota en un vaso que ya había rebosado. Al final la experiencia traumática acabó por convertirse en inevitable y la vivencia en una anécdota más dentro del marco de un año que será difícil de olvidar. 

 
A los pocos días del alta hospitalaria me enteré de la existencia de Prokey. Albert Hurtado se puso en contacto conmigo para hablarme de la bebida y ofrecerse a enviarme algunos botellines para probarlo. 

Para aquellos que no conozcan mi trayectoria de salud digestiva la resumiré diciendo que soy una celíaca diagnosticada de adulta aunque con síntomas claros desde mi más tierna infancia y con un sistema digestivo muy castigado y delicado. Sigo una dieta de tipo paleolítico baja en FODMAPs y también un protocolo autoinmune. Soy muy estricta en el seguimiento de mi dieta porque cuando no lo soy tengo síntomas desagradables así que, por ejemplo, llevo años sin tomar azúcar y ni alimentos con contenido alto en fructosa o polioles. Por otra parte también está mi faceta deportiva que me lleva a correr descalza y ejercitarme de manera intensa. Así soy yo o, mejor dicho, así era yo antes de pasar por el quirófano, porque tras esa intensa experiencia mi frágil salud digestiva empeoró todavía más y lo de hacer ejercicio ya había pasado meses antes a ser cosa del pasado (y del futuro, pero no del presente). 

Así que cuando Albert contactó conmigo pensé que probablemente yo no sería la persona más adecuada para probar su bebida. Por una parte no podría probarla como bebida post-entreno ya que actualmente no puedo hacer ejercicio y por otra me preocupaba la respuesta de mi sistema digestivo a una bebida probiótica como Prokey en la que teóricamente podrían quedar restos, aunque mínimos, de sacarosa y fructosa. Le expliqué mi situación a Albert y él me propuso simplemente probarlo para ver cómo me sentaba y lo de ver si me servía como bebida de recuperación ya vendría después, cuando pudiera volver a los entrenos. Yo estuve encantada ya que aunque me preocupaba que no me sentara bien también tenía mucha curiosidad por probarla. 

Prokey es una bebida difícil de describir porque no se parece demasiado a ninguna otra que haya probado anteriormente. La primera vez que probé Prokey sentí algo así como una explosión de frescor en la boca. En un caluroso día del mes de agosto beber un vaso de Prokey frío fue toda una experiencia para una persona como yo que llevaba años sin probar nada que se pareciera a un refresco. Pasado el momento de refrescante placer inicial pude centrarme en su sabor, que a mí me recordó al de la sidra pero menos dulce y más ácido (que no agrio). El gas fue una sorpresa agradable que siguió siéndolo un rato después al notar que ese gas no me causaba ningún problema digestivo. Sabía que en la elaboración del kéfir de agua se creaba gas de manera natural pero aun así me sorprendió notar las burbujas en la boca, lo que todavía hacía que la bebida resultara más refrescante. Finalmente una de las cosas que más me ha gustado de Prokey es que después de tomarlo mi sed queda saciada y no noto en la boca ese regusto dulzón que queda tras tomar un refresco o zumo. Hasta aquí Prokey como refresco con un sabor muy agradable y una alta capacidad de saciar la sed. Pero Prokey es además de un refresco un alimento probiótico así que estuve atenta a cómo afectaba a mi intestino. 

No pretendo descubrir aquí las cualidades probióticas de los tíbicos, que es el nombre de la mezcla de bacterias y levaduras que forman lo que llamamos kéfir de agua. Actualmente hay unanimidad sobre la importancia de tener una microbiota intestinal sana para tener buena salud y una manera de mejorar la composición de nuestra microbiota es añadir alimentos probióticos a nuestra dieta. Los yogures y otros productos lácteos (ej. kéfir de leche) se encuentran entre los probióticos más conocidos. Sin embargo yo no tolero bien las proteínas de la leche y además hasta ahora he sido muy precavida a la hora de incorporar alimentos probióticos a mi dieta porque hace un tiempo mi salud intestinal empeoró bastante tras introducir probióticos en forma de suplemento. Ahora sé que ese suplemento en cuestión no era el más adecuado para mí por su elevado contenido en fructooligosacáridos y que eso, unido a la presencia de otros problemas digestivos que había que tratar primero, dio como resultado una mala experiencia que supuso un retroceso importante en mi salud. La cuestión es que hasta mi prueba con Prokey llevaba mucho tiempo sin consumir ningún alimento con probióticos. 

Además ésta iba a ser la primera vez que me saliese de mi estricta dieta y me preocupaba que eso supusiera un problema. Si llevo una dieta tan estricta es porque hasta ahora siempre que había intentado añadir algún alimento diferente los efectos negativos sobre mi digestión eran claros y evidentes. Por ejemplo, tras comerme una simple manzana mi abdomen se hinchaba como una pelota de baloncesto. Ese es uno de los efectos que causa en mí el consumo de cualquier alimento con alto contenido en FODMAPs. 

Medir la circunferencia del abdomen es algo fácil de hacer y poco dado a interpretación subjetiva así que eso es lo que hice antes y después de consumir Prokey por primera vez. El resultado fue que no hubo diferencia en el volumen de mi abdomen y tampoco aparecieron otros síntomas. Mi primera experiencia con Prokey empezó bien, mi sistema digestivo no se quejaba y eso me permitió seguir probando. 


Tras unos días de prudencial espera pasé a la segunda fase de mi particular proceso de prueba que consistió en comenzar a tomar medio vaso de manera diaria en ayunas con un resultado plenamente satisfactorio ya que no sólo no tuve molestias sino que además mis digestiones mejoraron. Mi experiencia es todavía incompleta pero a día de hoy lo que puedo decir es que desde que tomo Prokey a diario mi sistema digestivo parece funcionar mejor. Trato de ser cautelosa con mis conclusiones porque soy consciente de que el “a mí me funciona” no puede ser utilizado como argumento objetivo pero también considero que renunciar al ensayo-error individual, a la experimentación personal, equivale a perdernos una parte importante de un autoconocimiento que puede llegar a sernos de gran valor. 

En todo caso, el hecho de que me base en mi experiencia personal no implica para nada que no haya información objetiva y verificable sobre los beneficios de los probióticos en general y el kéfir de agua en particular. Por lo que respecta a los beneficios del kéfir de agua, quien quiera buscar sobre ello encontrará en la red información abundante. Y quien quiera más información sobre Prokey puede encontrarla en la página web del producto, en el apartado de F.A.Q. 

Prokey no es un producto pensado para realizar un tratamiento probiótico y por ello no debe pensarse que podrá “curar” las molestias digestivas de aquellas personas con problemas de salud. Esa es una circunstancia en la que lo adecuado sería buscar el asesoramiento de un profesional de la nutrición tal y como los fabricantes del producto indican. Sin embargo sí que creo que Prokey es una bebida saludable con unas cualidades que lo hacen muy interesante como parte de una dieta sana y en concreto a mí me está ayudando en el proceso de recuperación de mi salud. 

A día de hoy el único problema que le veo a Prokey es su elevado precio para la economía de muchas personas y más cuando se compara con el precio de un refresco o una bebida isotónica tipo Aquarius. Entiendo que ésta puede ser una limitación importante pero también sé que producir una bebida como Prokey con ingredientes ecológicos certificados y con las garantías adecuadas de calidad que ofrece Prokey no es barato. Y no, no es lo mismo beber Aquarius que beber Prokey. Una opción más barata sería hacer kéfir de agua casero a partir de granos de tíbicos. En mi caso es una opción que de momento no contemplo por varios motivo, entre ellos el esfuerzo de mantenimiento constante de los tíbicos ya que se trata de un organismo vivo al que hay que alimentar constantemente y el hecho de que el resultado puede ser una bebida no tan agradable de sabor y con cierta cantidad de alcohol. 

Para mí la existencia de un producto como Prokey es una muy buena noticia ya que me permite tomar una bebida refrescante y a la vez saludable en cualquier momento. Por lo que respecta al precio hace tiempo que asumí que la comida de verdad es más cara pero es algo por lo que pienso que vale la pena pagar a poco que se pueda. 

Hasta aquí mi valoración de Prokey. Prometo seguir probándolo y contándolo de manera subjetiva pero libre de otros condicionantes que no sean los marcados por los límites de mi propia experiencia. Espero poder volver pronto a hacer ejercicio y probar, también, Prokey como bebida post-entreno. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario