Dieta paleo y vegetarianismo: Dos estilos de vida

La dieta vegetariana o vegana y la paleodieta se parecen en al menos una cosa: son estilos de vida y no dietas de adelgazamiento, a diferencia de la inmensa mayoría de las que se encuentran por ahí. Quizá por eso, porque ambas se consideran dietas permanentes y no temporales hasta alcanzar un objetivo, hay una cierta oposición a la hora de explicarlas o incluso apoyarlas.

Desde mi experiencia he conocido o leído a tres tipos básicos de personas vegetarianas:

1. Las que llegan al vegetarianismo desde una posición ética.

La ética es un concepto individual, cada persona tiene el derecho a tener la suya y, aunque  no comparto muchos de los preceptos de la ética del vegetarianismo, los respeto. A partir de ahí sólo tengo que decir me parece bien que deseen vivir de acuerdo a sus propias normas éticas y morales.

2. Las que llegan al vegetarianismo por una cuestión de gusto culinario.

Todos tenemos alimentos que nos gustan más y otros que menos. Personalmente siempre preferiré verdura y pescado antes que carne, sobre todo si es de ternera. Si algo no te gusta es lógico que intentes evitarlo.

3. Las que llegan al vegetarianismo buscando salud.

Desde hace muchos años oficialmente se considera que la dieta vegetariana es una dieta sana y por eso mucha gente acude a ella buscando bajar el colesterol, bajar de peso, prevenir el cáncer, mejorar diversos problemas intestinales, aliviar algunas enfermedades de origen autoinmune...

Sin embargo, cuando estudias a los seguidores de la paleodieta, encuentras básicamente a  dos tipos, que al final buscan lo mismo:

• Deportistas que quieren mejorar su salud y con ello sus marcas.
• Personas que quieren mejorar su salud.

Sí, a la paleodieta se llega básicamente buscando salud, y es curioso ver como mucha gente que acaba probando la dieta paleo son ex vegetarianos a los que su antigua dieta no sólo no les había mejorado la salud sino que se la había empeorado. Y desde mi punto de vista la causa es bastante clara. La dieta vegetariana o vegana más habitual es la que se basa en cereales y soja (leche, tofu, texturizados de soja, yogurt de soja…) y tanto los unos como la otra empeoran la salud, sobre todo si se convierten en la base de la alimentación.

Desde hace poco tenemos en casa el libro de Scott Jurek, Correr, comer, vivir. Jurek es un corredor de ultramaratones de montaña vegano pero, si nos fijamos en su dieta (el libro está salpicado de recetas) veremos que está más basada en las verduras que en los cereales, que hay bastante presencia de frutos secos y que la soja que toma siempre es fermentada. No es la dieta vegana más habitual. Además, Jurek utiliza coco, aguacate o mantequilla de almendras, es decir, no tiene fobia a las grasas y las toma de buena calidad. Cuando aparecen las legumbres o la quinoa son remojadas y muchos de los cereales que utiliza están germinados, lo que aumenta su tolerancia. Uno de los alimentos más curiosos de los que habla es el pan esenio, hecho a partir de cereales germinados.

Sopa de verduras sin cereales ni legumbres

Con todo esto no es que quiera promover la dieta vegetariana, nada más lejos de mi intención, pero sí plantear que dentro de una dieta tan alejada de la paleo como la vegana se puede seguir una alimentación más o menos saludable según nuestras elecciones.

Estoy rodeada de personas que no siguen totalmente una dieta paleo pero que sí se van aproximando a ella y, aunque desde la dieta vegetariana es mucho más difícil, las normas siempre son las mismas:

• Aléjate de la comida procesada y el azúcar.
• Reduce todo lo que puedas los cereales.
• Reduce las legumbres y remójalas siempre antes de cocinarlas.
• Evita los “lácteos” de soja. Si vas a tomarla, mucho mejor fermentada.
• No tengas miedo a las grasas de buena calidad, pero no las tomes junto a grandes cantidades de carbohidratos.

Está bien tener como objetivo llegar a llevar una dieta 100 % paleo, esa es al menos mi meta. Pero si somos realistas sabremos que alcanzar ese pleno es prácticamente  imposible. Es importante que tengamos claro que cuanto más nos aproximemos a ese ideal mejor será para nuestra salud, pero no nos obsesionemos si nos quedamos en un 90%.  ¿Pasa algo si de vez en cuando nos damos un capricho no paleo? No, pero no usemos eso como excusa para tirar la toalla y volver a alimentarnos mal después de que, por ejemplo, eventualmente nos apetezca un cocido de garbanzos o un trozo de torta de Santiago. Lo mejor en esos casos es disfrutarlo sin ningún tipo de culpa y volver a nuestra dieta en las siguientes comidas.